La lección más importante que uno aprende
nada más llegar a Dhaka es que el tiempo y el espacio difieren de los
parámetros del resto del universo.
Hace cosa de un mes, un compañero de
trabajo que venía por primera vez a Dhaka me preguntó cuánto se tardaba del
aeropuerto a la oficina en el barrio de Banani (5 km aprox.). Mi respuesta fue: "entre 20 minutos y 2 horas…." " ¡Joder, qué margen!", me respondió.
Pues sí, esto es Dhaka, un agujero negro
de tráfico que te envuelve y no te suelta. Es tal la densidad y el caos circulatorio
de esta ciudad, que 15 Km de distancia se pueden convertir en una odisea de 4
horas y, alguna de ellas, sin aire acondicionado, que en el caso de mi coche
tiene dos posiciones: Edad de Hielo, cuando funciona, o Infierno Chino, el día
que no. Viéndole el lado positivo al asunto, siempre he dicho que tengo coche y
sauna, dos en uno. Pero, bueno, uno acaba armándose de
paciencia y adapta el coche a sus necesidades laborales y de ocio…
Y en lo que se refiere al espacio, uno
nunca sabe lo que es encontrarse solo en Dhaka…Hay que contar que hablamos de
una de las ciudades con mayor densidad poblacional (y eso sólo de los que han
contado!!! Que aquí no todo el mundo tiene carnet o pasaporte).
En Dhaka siempre hay gente por todas
partes, da igual la hora, el lugar o el día, nunca estás sólo. Pienso que esto
es lo que más me impresionó cuando llegué, no sentí tanta acumulación de
gente ni cuando viví en París.
A veces es duro para un Europeo, ya que
el espacio reducido dentro de una ciudad tan enorme como esta, hace que tu
espacio vital se vea invadido en innumerables ocasiones, incluso antes de bajar del avión o en la cola
de pasaportes, pero no lo hacen con maldad ni con mala intención. Por una parte,
por simple lógica, la falta de sitio para todos y, por otra, simple curiosidad
de la gente hacia un ser extraño.
Nacho